Tik Tak Tear (Trilogía Tik Tak Teeth nº 2) (Spanish Edition) by Ruiz Sánchez Beatriz

Tik Tak Tear (Trilogía Tik Tak Teeth nº 2) (Spanish Edition) by Ruiz Sánchez Beatriz

autor:Ruiz Sánchez, Beatriz [Ruiz Sánchez, Beatriz]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2020-10-01T05:00:00+00:00


Capítulo 16. Paleta de colores

Como en una paleta de colores, el cielo del atardecer se convirtió en la acuarela diluida del rosado más cálido, suspiros anaranjados y azul celeste que comenzaba a extinguirse con la marcha del sol. La brisa se había vuelto fría, lo suficiente como para cubrirse hasta el cuello mientras el paisaje de coníferas permanecía de un verde intacto.

El paisaje se volvía ocre, dorado, y bronce, con la próxima llegada de la época más fría del año.

—Entonces, ¿llegarán por la mañana? —formuló Jaymin cruzándose de brazos.

—Nuestro viaje hasta Revenant será durante las horas solares —les contó Sujin, utilizando las tenacillas para voltear la carne—. Utilizaremos los caballos, nada de transporte público. Será más seguro así.

—¿Y eso? Qué pasa, ¿no hay carreteras hasta la ciudad secreta? —bufó Yoonsu levantando una ceja—. Seguro que tienen un santo y seña para desbloquear una puerta misteriosa.

—No. No la hay —respondió Sujin posando sobre él sus iris grisáceos—. Y tampoco eso del santo y seña.

Yoonsu abrió la boca, sin llegar a decir realmente nada. «La realidad podía ser a veces decepcionante».

—No sé por qué, pero esperaba que vivieran debajo de una catarata —manifestó Jaymin levantando una ceja—. ¿Por qué no escribes un cómic de esto?

Él y Yoonsu se miraron de soslayo, y compartieron una leve risita conjunta.

—Lo hacen bajo una montaña —Sujin liberó un suspiro, sin abandonar su labor—. Y sí, la entrada principal está situada en… ah, está prohibido hablar de Revenant, fuera de Revenant.

—¿Puedo tener dos patatas rellenas más? —pidió Jaymin aleatoriamente—. Por fi.

Yoonsu se levantó del suelo, y tomó su lugar en el horno de jardín, observando la rejilla caliente, carbón y fuego arder bajo su próxima cena.

Jungguk salió de la casa, paseando tranquilamente en la dirección de los chicos con las manos guardadas en los bolsillos. Vestía un pantalón negro y ajustado, con un jersey del mismo tono que llegaba hasta la mitad de sus muslos. Sus botines oscuros se hundieron en la hierba del suelo, mientras observaba a sus amigos preparar la parrilla exterior, con Jaymin recostándose bajo un árbol y quejándose porque tenía mucha hambre.

El olor a carbón y brasas estimuló su olfato. Sus iris fueron a parar al cielo, allá donde una luna menguante se mostraba como una tajada de melón recién cortado. Los pendientes plateados de los lóbulos de sus orejas resplandecieron bajo la paleta de colores del cielo extinto, mientras se diluían más allá de la capacidad de percepción de sus pupilas.

—¡Eh, Guk! —exclamó Yoonsu, levantando un vaso metálico—. ¿Quieres vino de arroz?

—No, gracias —respondió Jungguk, aproximándose al horno de jardín en unos últimos pasos.

Observando la excelente presentación de carnes y verduras al dente, la boca se le hizo agua.

—Ten, prueba esto —Sujin le ofreció una tira de beicon bien churruscado con unos palillos—. Es fresco, Cecil lo cortó esta misma mañana.

Jungguk accedió a probarlo, y apretó los párpados esbozando un gesto de placer sensorial que traspasaba los límites.

—¡Mmnh! —emitió Jungguk en señal de aprobación.

—¿Es normal lo de la caza? —preguntó Jaymin, estirando la espalda sobre el césped—.



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